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El día después

1) Admitir

Personalmente, admitir que me equivoqué en un post de hace unos días donde puteaba a Poliarquia porque decía que ganaba De Narvaez. Decía en ese post que Poliarquia debía explicarnos, el 29 de junio, por qué le mentía a la gente. Ahora tenemos que explicar nosotros. Hoy estuvieron en todos los medios los responsables de Poliarquia: explicaron sus éxitos. Decían: la gente de pocos recursos está disconforme con el Gobierno porque aumentan los precios y lo ocultan. Decían: Argentina no es Venezuela, los argentinos no quieren una Venezuela. Eso es lo que le gusta a Poliarquía pero también lo que levantaron en sus encuestas.

Admitámoslo, Argentina no puede ser en esta época una patria socialista. No hay electores para eso, no hay receptores. No hay consenso (je). Si entendemos que un ciudadano pobre que vota a De Narvaez está votando en contra de sus intereses, estamos diciendo que perdimos algo antes, mucho antes: la batalla cultural. Bussi, el agrotraidor, dijo en CQC hace dos semanas que ellos habían ganado la batalla cultural. Admitamos que tiene razón.

Hoy un periodista de TN, ese que habla de la gripe porcina como si fuera el director del Hospital de Niños, dijo: “tenemos que admitir que no hubo fraude”.

El mismo periodista, en Telenoche, fustigó al gobierno por el tratamiento de la gripe porcina. Y dijo que se iba a declarar la emergencia sanitaria pero que ya era tarde. A los diez minutos y en otro canal, Massa explicaba que se convocó a los mejores, a los expertos, para que analicen la cuestión y trabajen la comunicación del tema. No son funcionarios, dijo, pero serán palabra oficial. Miren lo que hay que hacer para contrarrestar a un pelotudo de TN. No hay emergencia sanitaria. Pero TN sigue mintiendo y sigue ganando

No es el INDEC, ni la minería, ni las testimoniales, ni la 125. Es la forma de comunicar todo eso.

Muchos votos en contra de K no fueron porque todavía no se quebró la matriz distributiva en Argentina, fueron por un tatuaje.

Tenemos que entender esto. No hay que subestimar ni sobreestimar al elector. Mientras se inventan cien Canales Encuentro para algún día darle la pelea mano a mano a Tinelli (estrategia a largo plazo) hay que adquirir las herramientas para seducir a la población y advertir los cambios de humor (estrategia a corto plazo). Las transformaciones que faltan se hacen con poder y para mantener el poder hay que adaptarse.

2) Negociar

Quien haya visto hoy la conferencia de prensa puede advertir que CFK se lleva puesta a todos los periodistas, porque es más inteligente, maneja más información y sabe de política. CFK tiene que hablar más seguido con los periodistas y darle de comer a todos los hijos de puta de los medios de comunicación. Me diran: no hay que hacerles el juego, siempre algo le van a encontrar y van a transgiversar. Es cierto. Pero se perdió una batalla, hay que entregar algunos rehenes aunque no se quiera. Hay que entregar eso. Creo que puede beneficiar al gobierno. Y quizás haya que entregar algunas cosas más que no hacen a un proyecto sino a ciertos caprichos.

3) Militar

Cristina es nuestra líder. En la conferencia de prensa nos cuidó a todos los que nos sentimos parte de este proyecto. Sonrió, minimizó la situación, nos dijo a la tropa: ganamos en todo el país, hay que seguir laburando, corrió a Pino por izquierda y le pasó la pelota para que vote las leyes que tenemos que dictar para profundizar la justicia social y comunicacional en nuestro país.

El kirchnerismo en la Ciudad es el movimiento político con más organización militante. Fuimos el partido con más fiscales. Tuvimos fiscales en casi todas las mesas. Sin cobrar un mango. Los fiscales de los demás partidos eran pocos o pagos. Esto es una base para construir a partir de hoy. No repitamos errores. No empecemos a organizarnos en marzo de 2011 para ver quién es el candidato y como es la campaña en la ciudad. Si conservamos la construcción que se hizo en estos tres últimos meses y nos damos un laburo constante, en el 2011 la rompemos.

La mejor elección de Heller se dio en los lugares donde tenemos más presencia militante y donde se priorizó la campaña: El sur de la Ciudad.

Admitir, negociar y militar. Es la fórmula para salir de esta depresión, sostener todo lo conseguido y profundizar el proyecto.

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Diálogos de campaña finales


La consigna había sido clara: interpelar al votante de Pino Solanas. El afiche se diseñó en una noche y pocas horas antes de la veda salimos a pegarlos en las calles. De color negro, con un Gracias Pino en letras blancas y amarillas en la parte superior, la imágen ganadora y en amarillo de la tecla Play en el centro y en la parte inferior, también en blanco y amarillo, la firma: Gabriela Michetti.

Revolviendo el engrudo en el local de la Boca decidimos que el barrio a intervenir era Palermo. Y hacía allá fuimos: dos autos, 8 personas, 1000 afiches, dos baldes, rodillos, guantes de latex (y varios aerosoles) .

El primer ida y vuelta lo tuvimos con un periodista de la televisión pública que caminaba por la vereda agarrado del brazo de su compañera: "es de mal gusto correrlo a Pino por izquierda", opinó.

Al rato con dos flacos que pasaban por la mano de enfrente: ¿Están con Pino?, preguntaron con sonrisas de aprobación en las caras. Al contrario, dijimos. Ahora caras de desconcierto. Pino le saca votos al oficialismo, y por eso le pegamos, aclaramos. Ah...

Al rato, un paredón con afihces de Proyecto Sur. A menos de un metro de distancia un grupo de casi diez treintañeros esperan el bondi haciendo un círculo, hablando animadamente. Son más de la una de la mañana. Un par de compañeros cruzan Scalabribni Ortiz y le escrachan en la frente a un Mauricio Macri tamaño gigante un adjetivo tan cierto como demoledor: IGNORANTE. El resto encaramos hacia los afiches de Pino: demos una discusión con el grupo de chicos, nos proponemos.

Varios de los chicos del grupo se dan vuelta para ver qué estamos pegando (o mejor dicho para quien). "¿Son del PRO?", dice un colgado. Para nada, decimos, estamos con el gobierno. ¿Nacional o de la Ciudad?, insiste. Bancamos a Cristina, dejamos en claro. Ahora son varios los que se acercan a mirar el afiche y a escuchar que está pasando. ¿Ya sabés a quién vas a votar?, interpelamos. No todavía, dice. Faltan dos días, le recordamos. Estoy entre Pino y la Coalición Cívica, confiesa. No se parecen en nada, decimos. No te creas, contesta. ¿Y por qué no a los candidatos del gobierno?. Mmm... no sé, sonrie, incómodo. ¿No te parece que se han dado pasos muy importantes durante los últimos años? Sí. ¿Y entonces? Hay algunas cuestiones que son impresentables. Tiranos una, pedimos. En serio me preguntan, dice, con las cejas levantadas y una sonrisa irónica. Si, claro. Piensa, y dice: Moyano, Moreno (¡cómo perdimos la batalla cultural!, pensamos). Ponele que sean impresentables, cedemos, ¿tanto peso tiene ese argumento en comparación con los puntos a favor del gobierno?, planteamos. ¿Y la valija venezolana, y Kanska?, saca de la galera, todavía sonriendo. Vos nos estás jodiendo, devolvemos, y en seguida tomamos la posta nosotros: es importante esta elección, loco, no es una más. Somos pibes, sabemos de dónde venimos, por las que pasamos nosotros y muchos otros, y ahora que el país creció, que la gente está mejor, que el país camina, resulta que se ponen en moralistas por cuestiones que bajan de los medios. Ya son casi todos los que nos escuchan, y miran (somos como ellos, la misma edad, la misma pilcha, el gol 2005 con el motor en marcha a unos metros, solo que en lugar de venir de un bar estamos militando). Ponele que cedamos también con eso: a algunos dirigentes los cambiaríamos. Pero la balanza sigue muy inclinada para nuestro lado. Los avances en materia de laburo, producción, instituciones, justicia, ciencia, hablan de un gobierno que gobierna en serio. Todas las gestiones anteriores nos cagaron en la cabeza.

Silencio. Dudas. Pasan un par de bondis.

De verdad, loco, retomamos. Es mucho más lo que hay para ganar que lo hay para perder. Ya no se rie sino que está bastante serio. Puede ser, concede.
Nos damos la mano y nos despedimos.

--

Durante la última semana de la campaña me dediqué a charlar sobre las elecciones fuera del ámbito de la militancia: en el trabajo con compañeros de poca confianza, en los chinos con la carnicera, el verdulero y hasta el chico de la caja, el peluquero de mi nene y el diariero: ¿a quien votas? La mayoría de las personas con las que hablé vive en el conurbano (salvo el peluquero que vive en Palermo Soho). En todos los casos, y después de media hora de hacerle recordar de dónde veníamos y dónde estábamos parados ahora, logré que reconocieran que los kirchner eran de lo mejor que habían visto. Hubo que estar media hora, efervorizado, muy convencido y hasta emocionado, para que fueran, de a poco, afirmando con su cabeza mis intervenciones.

El trabajo de demonización que viene imprimiendo a toda maquina el dispositivo mediático está tan aflor de piel de las personas con las que hablé que uno hace carne el poder que administran
.

Está tan claro, decía yo una y otra vez, tan a la vista que de mínima tenemos que apostar a darle una chance al proceso que arrancó en el 2003, que no puede haber lugar ni a media duda.

A la chica que atiende la carnicería de enfrente de casa la volví loca. Sé que entiende de lo que hablo: ¿cómo te fue durante el último tiempo, a vos, a tu familia, a tu marido, cómo están las cosas en tu barrio: mejor o peor? Mejor, confiesa, pero ahora está complicada la mano, retruca. Ya sé, ¿pero porque le adjudicamos eso al gobierno? Nunca se habla del empresario. Vos que trabajas con la carne sabés de lo que hablo.

Me queda un día para convencerte, le dije hoy, antes de irme. Y se cagó de la risa.

Si todos salimos a la calle a convencer a los confundidos, como dice Julio Piumato, nos damos un rato, dedicamos esfuerzo a replicar una y otra vez los cinco o seis argumentos irrefutables que nos quitan el sueño, puerta por puerta, casa por casa, creo yo, la validación de la gestión sería mayor por que está ahí, al alcance de la mano. Solo hace falta cristalizarlo, sacarlo a luz, desenterrarlo del corazón y la conciencia de tantos hombres y mujeres que, desde el sentido común, entienden de qué mierda les hablamos: acá hay un gobierno popular dipuesto a gobernar para las mayorias. Pongámosle un voto de confianza, la reconcha bien de su madre.

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Los Pinos


En estos días se leyó mucho sobre la posición de Pino y el enemigo real, el enemigo parcial, el enemigo coyuntural. Será que personajes como Pino o sus votantes son gente con la que se puede hablar de política, son amigos y conocidos. Por suerte, no tengo amigos o conocidos con quienes entable conversación periódicamente que voten a De Narváez. Tendría muchas cosas para decirles pero la energía existe y logra que la gente se reúna por gustos, opiniones o estéticas coincidentes. Entonces por eso pensamos en Pino y sus votantes, porque están al lado nuestro, juegan al fútbol con nosotros, nos encontramos en la calle, en las marchas de protesta.

En estos días escuché que mucha gente se sintió traicionada con Pino, especialmente luego del debate. Los pinos se quemaron y si no los paramos van a quemar todo el bosque.

Los tipos como Pino tienen un discurso que parece perfecto, precioso; son seductores, compradores, pero en realidad son negligentes y oportunistas. El verdadero candidato testimonial es Pino Solanas porque justamente da testimonio de una Argentina y nada dice del poder real y el conflicto de intereses actual. Para peor, dentro de su testimonio, prefiere apuntar sus dardos al kirchnerismo y no al verdadero enemigo de sus (los intereses del bosque de pinos) intereses: la derecha.

Por eso le decimos a los pinos, y se lo decimos 100 veces, que si quieren que este proceso se profundice tienen que atacar a Macri y no a Kirchner. Es tan especulativo e irresponsable la postura actual que con tal de conseguir votos le hacen el juego a lo peor de la Argentina. El kirchnerismo también ha sido irresponsable, y responsable de algunas cagadas. Pero la política no se construye sólo con palabras, se hace con acciones. Algunas las podés hacer y otras no. Algunas las querés hacer y otras no. Ojalá la distribución sea más profunda y la pobreza menos cruda. Lo cierto es que este movimiento político es el único que intentó un camino. Y cuando quiso avanzar más lo frenaron con un puñetazo en la mandíbula (la resolución 125). Algunos dicen que lo podría haber hecho de otra manera y quizá le salía bien. Pero es lo mejor que hay. No tengo dudas.

La política no es como el amor. No hay que enamorarse, necesariamente. En política hay que elegir lo posible, lo concreto. El tipo que se engancha con una mina porque no encuentra otra y no quiere estar solo es un mediocre. Pero el tipo que vota un proyecto porque no hay otro mejor y posible, es un votante responsable. Las elecciones no son románticas. Romántica es la militancia. En un momento como este a lo romántico se lo lleva el viento, o mejor dicho, los grandes poderosos, los intereses económicos, los medios de comunicación: Usan el romance como producto y te rompen el culo.

Ya lo dijeron todos: A los medios y a la derecha no les molesta que Kirchner no estatice el petróleo (como a Pino), a los medios y al poder económico les molesta que K estatice las jubilaciones y se meta en sus empresas. Cuando Ámbito Financiero, Perfil, Clarín, La Nación levantan a Pino y él y Lozano escriben en esos medios, la cosa se complica y yo les dejo de creer. Si realmente sos tan copado, tan romántico, bancate con el panfleto y camina la calle.

Kirchner no se hace el copado. Es lo que es. Te gusta o no. Pero lo hizo, jugó el juego del poder. Y se cargó a varios. Los argentinos somos muy cobardes, decimos pero no hacemos. El dijo e hizo. Y si queremos que haga más se lo tenemos que decir y no votar en contra las reformas más progresistas y peronistas.

Estoy en duda de creer que este país se banque un avance más profundo. Ojala que sí. Lo que no podemos permitir es que se retroceda. Y claramente Pino no es la manera de decirle a la derecha que no queremos retroceder. Pino es el tiki taka de la derecha, lo usan para divertirse, hacer ruido y entretener a los confundidos.

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Imágenes de campaña

Muchas organizaciones del barrio de la Boca esperábamos sobre Almirante Brown que llegase la caravana "Por el Trabajo y la Producción" organizada por el Encuentro Popular para la Victoria: Agrupación Peronistas Descamisados, Peronismo 24 de Julio, Unidad Básica Orgullosamente Peronista, Peronismo Independiente, Patria y Pueblo, MUP, Agrupación Akache, el Comedor Los Pibes, Centro Barrial Puertas Abiertas, Movimiento Territorial La Boca, Gráfica Patricios, entre otros.

La caravana había partido temprano desde Mataderos y hecho una parada con acto incluido (Daniel Scioli dio un breve pero ajustado discurso) frente al Coto de Lugano I y II, en el que un Carlos Heller vehemente y combativo hizo hincapiè en los dos modelos de país en pugna para las elecciones del 28/06. La caravana volvió a arrancar y a su paso derrochó ruido y alegría por los barrios de Flores, Parque Chacabuco Boedo y Parque Patricios.

A las cuatro y media de la tarde asomó por la calle Suarez la flota de taxis que encabezaba la caravana (bancando a Claudio Palmieri, candidato a legislador por el gremio de los peones de taxi que conduce Viviani). Detrás de ellos decenas de autos particulares embanderados con fotos de los candidatos, Néstor Kirhcner, la presidenta, Perón y Evita, combis, motos y bicicletas. Y a los pocos minutos asomó la trompa el omnibús sin techo donde venían eufóricos todos los candidatos de la lista kirchnerista de la ciudad de Buenos Aires. Cerrando, y con todo el mundo desatado y colgado de los hierros, el camión de doble acoplado para transporte de hacienda con la militancia de la Juventud Peronista, La Cámpora y GEN, bandereando, tirando consignas de ayer y de hoy, dándole al bombo como si fuese la última vez.


Caminanos tres cuadras hasta llegar a la esquina de Almirante Brown y Pedro de Mendoza, a la orilla del riachuelo, a metros del muellecito donde un buen hombre te cruza por un peso hasta la la orilla de la Isla Maciel.


El omnibús se acomdó de espaldas al río y los candidatos Julio Piumato (con la voz lastimada de tanto acto), Noemí Rial y Tito Nenna (más local que nunca ya que vive ahí, en la Boca, hace más de treinta años), volvieron a insistir en la importancia de ganar la ciudad en el 2011 para sumarla al proyecto nacional, salir a convencer a los confundidos durante esta semana que queda, y apostar, como se viene haciendo hasta ahora, con mística y convicción, a profundizar el modelo de país inclusivo con justicia social plena que encabeza la presidenta de la Nación.



Desde arriba del viejo puente de hierro macizo que en otro tiempos unía la ciudad con la provincia, seguramente se hubiese podido sacar una fotografía panorámica del colorido y agitado cierre que tuvo la caravana del kirchnerismo porteño.

Queda una parada más, en el Luna Park, y con las palabras de cierre del animal político Néstor Kirchner, un conductor con todas las letras, un hombre que ya nos marcó a fuego a muchos de nosotros.

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Diálogos de campaña III y IV

Olavarría y la vía (la Boca).

- Te dejo un material, loco.
- ¿Qué es? -dice el flaco, más cerca de los treinta que de los veinte, auriculares enormes tapándole las orejas, pelo largo, pinta de guitarrista.
- Es para las elecciones del 28 de junio.
El loco mira hacia nuestra mesa de campaña: Heller diputado, Tito Nenna legislador.
- ¿Ganan?
- Acá en Capital no, pero a nivel nacional sí.
Santino, mi nene de cinco años, en la vereda de enfrente, junto a la segunda mesa, come un choripan sentado en una sillita colorada de plástico. Pierde la mirada en un ciclomotor que se aleja por una callecita peatonal a la que le pega el sol.
- ¿A quién vas a votar? -ahora pregunto yo.
- No voto acá porque soy de Rio Negro -y se le escapa una leve sonrisa.
- ¿Y a quién votarías?
- No sé bien -dice él, y se cuelga los auriculares del cuello-, pero iría por Pino.
- Mal ahí, loco -aprieto, y me corro unos centímetros para que pase una señora que carga varias bolsas de supermecado-, entiendo la idea, pero hoy hay que bancar al gobierno.
- ¿Por qué? -el guitarrista saca un paquete de Camel del bolsillo, hace salir un cigarro, lo prende, pita, me mira, y me ofrece uno. Acepto.
- Porque estos tipos son los primeros, en muchísimos años, que intentan construir un país más justo, y por eso más grande. Porque levantaron un muerto y porque hoy podemos decir que estamos manejando nuestra economía, produciendo, generando consumo, con más trabajo, más instituciones, justicia.
Él asiente con la cabeza. Y vuelve a pitar. Me ofrece fuego y el que pega una seca soy yo. Por detrás de su oreja le pego un vistazo a mi hijo.
- ¿Estás de acuerdo? -pregunto.
- Sí. El gobierno de Néstor fue muy bueno. Pero el de ella no tanto.
- Porque quisieron profundizar, un poquito -junto la punta del anular y el índice en el aire-, y fijate el quilombo que se armó. En este país hay muchos hijos de puta.
- Sí, pero ustedes no son vivos, porque si los dos fuesen menos soberbios, o dejasen de decir que si no ganan el 28 se va todo a la mierda de nuevo, los apoyaría mucha más gente.
- ¿Vos por ejemplo?
- Sí.
Vuelvo a pitar, y a mirar para enfrente. Dos compañeras me hacen señas con las manos: "dale duro".
- Esas son solo formas, amigo, cuestiones de caracter, o si preferís, parte de la lógica de la política. No es lo importante. Hablemos del fondo de la cuestión.
El guitarrista pita con la boca de costado. Me mira.
- ¿Te va para donde está yendo la cosa? - me sigue mirando-. A rasgos generales, loco, saquemos las boludeces que bajan de la tele.
- Más o menos.
- ¿Vos viste lo que son los que están enfrente?
- De terror.
- Y bueno, hermano, entonces ponéle el voto al gobierno. Por que la mano no es Cristina o Pino, sino este rumbo o darle la veña a Macri.
Enfrente, otros dos compañeros charlan con un matrimonio joven. Las chicas le dejan material de campaña a los autos que tienen que casi frenar por los pozos que hay entre las vías muertas del trencito que alguna vez pasó por atrás de la bombonera.
- Lo voy a pensar, che - y me ofrece la mano, despidiéndose.
- Me parece bien, loco. No es cualquier elección. Son tiempos que están haciendo historia.
Tira la colilla al medio de la calle, se vuelve a calzar los auriculares en los oidos, me pega una última mirada y se va.
- ¡Papi, vení! -me reclama Santino, todavía con medio chori en la mano.
Cruzo.
- ¿Y? -me dice una de las chicas, mientras levanto a mi nene, lo calzo a upa, y le robo un mordiscon del sandwich.
- Creo que acabamos de ganar un voto.


Olavarría y la vía (la Boca).

El hombre tiene barba blanca, está enfundado en una campera marrón gastada con corderito y viene mirando el suelo, a paso lento.
- Buen hombre, tome un material de Tito Nenna, un docente que vive en el barrio hace treinta años.
El tipo levanta la cabeza, me mira, y sonríe:
- Sos buen seductor, nene... ¿cómo es eso de buen hombre? -tiene menos años de lo que parecíoa de lejos.
- Es para que no me evites.
- ¿Por las elecciones?
Sí, digo con la cabeza, pero relajado, ya que el tipo ya me generó confianza.
- Estoy en política hace treinta años, pibe.
- ¿Peronista?
- Desde la cuna.
- ¿Acá en la Boca?
- Sí, en un local sobre Almirante Brown:
Unidad Básica Orgullosamente Peronista.
- Nosotros estamos sobre la esquina de Aristóbulo del Valle y Palos.
- La conozco a Sonia, sí.
- Está salada la coyuntura, ¿no?
- Está hermosa, querido. Las tensiones hacen a la política. Hoy somos gobierno y las ratas de siempre están que arden.
- Mucha mística peronista en la Boca.
- Sí. Desde siempre. Y desde hace unos años se sumaron los movimientos sociales que venían trabajando en el barrio. Hoy somos muchos. Y bancamos al gobierno hasta las últimas consecuencias.
- Nos vemos la semana que viene en el acto que se va a hacer en la fábrica recuperada, con los candidatos.
- Por supuesto, hermano -y me da una palmadita en el cachete derecho de la cara.
- Nos vemos, compañero.

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Cómo te gustaría que sea tu fiesta después del 28

Fiesta Menemista

o
Fiesta Nacional y Popular

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Día del periodista moralizado


La nota de tapa de La Nación de hoy vamos a guardarla para mostrarla el 29 de junio y ese día también vamos a pedirle a Poliarquía que nos cuente con qué elementos, con qué parámetros, realizó una encuesta que le miente a los "argentinos de bien", a los argentinos que trabajan, que sienten orgullo por la patria, las instituciones, la libertad de mercado y la prensa libre. Morales Sola, que dice ser periodista, es muy talentoso para anular las funciones inherentes a esa profesión, justo en su día, con su democrática editorial, le muestra al ciudadano de La Nación que primero está la patria (sojera) y después la verdad. Su editorial de hoy es un autohomenaje sincero a lo que él mismo entiende por periodismo independiente. Se debería fijar en actas que justo hoy, 7 de junio, este hombre, bien intencionado y moderado, símbolo del periodismo nacional, escribió una vez más una mentira tras otra, un agravio tras otro; en síntesis, un panfleto que insulta al concepto de periodismo y periodistas. Que quede claro: no soy de aquellos que dicen que el periodista no debe tener una opinión y limitarse a retratar los hechos; todo lo contrario: siempre el periodista ilumina la realidad con la luz que más le gusta. Pero una cosa es opinar, es decir valorar hechos. Y otro muy distinta es falsear los hechos para luego opinar en falso. Y es esta la mecánica elegida por el periodismo multimediatico para afrontar al kirchernismo. Al no animarse a disctutir las verdades (porque quedarían como desnudos en una playa en invierno), las inventan y las critican. Morales Sola se mira al espejo y pone en otros, en sus enemigos, lo que él mismo siente: está desesperado porque no puede entender que con La Nación y Clarín en contra, y con los negros a favor, Kirchner va a volver a ganar. Y como está desesparado agrega otra pieza a su obra, para terminar de arruinar al concepto de periodista. Lo más grave de todo es que estas prácticas no afectan al oficialismo o a un espacio poítico, afecta de verdad a una forma de debatir, de pensar y de discutir la democracia y afecta principalmente a la libertad de expresión; agravia justamente a todas esas cosas que "moralizando" Solá y sus amigos dicen defender en sus editoriales.

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Sambajotierra


Estoy seguro de que la línea C de subterráneos de nuestra ciudad de Buenos Aires es la que más gente lleva y trae desde Retiro a Constitución, y viceversa. No afloja. Alcanza con darse una vuelta por la populosa estación Diagonal Norte, debajo del obelisco, y ver la enorme cantidad de trabajadores que llegan desde el sur del conurbano bonaerense para cumplir funciones como mano de obra en las tantas empresas de servicios que están instaladas en el centro y micro centro (limpieza, seguridad, gastronomía, construcción, y otros).

En este contexto, bajo tierra, y arriba de una formación que metía un ruido infernal, una tarde de hace unos días atrás, entre las estaciones Moreno y Avenida de Mayo, escucho, primero de manera difusa, sucia, y a los pocos segundos con mayor claridad, el sonido de una pequeña campana. El sonido no llegaba de manera aleatoria sino más bien con un patrón que empecé a notar, se repetía. Y en seguida se impuso otro sonido, más hondo, y grave, mezclado con uno más, pero filoso y reiterativo. Detecté, siempre en cuestión de segundos, que las tres variantes juntas marcaban un ritmo. No puede ser, pensé. Estiré el cuello y sí. En el otro vagón, a mitad de camino, una fotografía fascinante: cuatro hombres con la remera amarilla de la selección brasileña tocaban samba en el medio del vagón. Encaré para allá y me puse de espaldas contra la puerta de salida, cerca de ellos. En el pasillo, el más robusto de los cuatro, moreno, por supuesto, boca y labios anchos, dientes muy blancos, y la sonrisa más grande de las cinco líneas de subterráneos, cantaba Maria Luisa, la samba de Antonio Carlos Jobim, con una calidez y sonoridad admirable. Tenía un tono de voz firme, grave, y profundo. Se le entendía todo. Con la manota le daba a un pandeiro de parche sintético, el grande, de doce pulgadas, visiblemente gastado, con mucha noche y morro encima. La gente, los laburantes, creo yo, poco acostumbrados a semejante color, y alegría, no les sacaban la vista de encima, y hasta los más ácidos y distraídos movían los piecitos al ritmo de la batería de instrumentos de percusión que habían invadido el vagón.

Llegamos a la estación Avenida de Mayo. Y vino bárbaro porque ni bien cedió el infernal ruido del tren en movimiento, terminó de brotar con una energía maravillosa, no solo la canción, su melodía, sino también el sonido de los parches. Muchos pasajeros, sobre el andén, frenaban su marcha para ver cómo los brasileños metían samba bajo tierra. Desde los otros vagones también doblaban el cuerpo para ver qué pasaba. Arrancamos.

Contra la otra puerta del vagón, frente a mí, el que tocaba el zurdo parecía ser el mayor de los cuatro. Era muy flaco y tenía una sombra de barba de tres o cuatro días. Tocaba con mucha soltura y modificaba la clave cada dos o cuatro compases. Pegado a él, un pibe de no más de veinte años que, con la cabeza gacha, repiqueteaba sobre el redoblante que le colgaba de la cintura. El tercero, y último, era un muchacho de rulos que se entretenía como un nene tocando una clave en seis, rabiosa, sobre un agogo oxidado. Los tres, sin excepción, bailaban, muy sutilmente, en coreografía, al mejor estilo bloco de samba.

Terminó Maria Luisa y el aplauso fue masivo y generoso. Los músicos agradecían a un lado, al otro, agachaban la cabeza, e incluso percibí algún cachete ruborizado. ¿Otra?, quiso saber el que dirigía la batuta, irresistible, entrador, con la cara transpirada. Claro que sí. Y así fue. El del zurdo buscó la atención de sus compañeros, marcó la cuenta, y arrancaron. El cantante empezó a bailar en el medio del vagón, a meter ese paso profundamente negro que tanto nos cuesta imitar, y de paso, hacía girar el pandeiro sobre su dedo índice.

Llegamos a Diagonal Norte, mi parada. Puse dos mangos sobre el pandeiro dado vuelta que me ofreció el grandote, salude a los otros tres con la mano levantada, les deseé mucha suerte, y claramente agradecidos, me despidieron con sonrisas. Se cerraron las puertas, de nuevo la gente mirando para dentro del vagón, la colorida y sonora sorpresa.

Recién cuando recibí en la cara la luz y el aire fresco del día soleado, ya en la calle, caí en la cuenta de que hacía unos minutos, bajo tierra, y ante el despliegue del espectáculo de samba, me había emocionado. Es que haberme cruzado ese cóctel brasileño, mestizo, negro, amarillo, verde océano, poli rítmico, y pobre (por que a los tipos no les sobraba absolutamente nada), en nuestra línea C, fue enriquecedor. No solo para mí, que gusto de lo afro, sino también, me animo a pensar, para los trabajadores del sur del conurbano bonaerense.

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Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios