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En las malas también

No esperábamos que Néstor Kircher perdiese en la provincia de Buenos Aires porque de antemano era una irracionalidad votar a un hombre que basó su campaña en dos o tres consignas, mucha televisión y una billetera enorme. No lo esperábamos porque veníamos de una campaña en la Capital Federal muy comprometida y fervorosa junto a muchas otras organizaciones del campo nacional y popular que sienten con la misma convicción que nosotros la alegría de jugarse por un proyecto político. No lo esperábamos porque creíamos que todos aquellos que viven en el conurbano bonaerense pensarían como nosotros: el rumbo que tomó el país durante los últimos seis años a nivel económico, político, institucional y regional, es para ponerse de pie y romperse las manos aplaudiendo.

Claramente nos equivocamos. No supimos leer una coyuntura mucho más compleja de lo que suponíamos inmersos en el abrumador microclima de la militancia en el que nos movemos: ¿Néstor y Cristina están muy a la izquierda de gran parte de nuestra sociedad? Puede ser. ¿En la Argentina hay una poderosa e influyente clase media que no está dispuesta a dejarse gobernar por una gestión con aire nacional y popular? Por ahí anda. ¿El agudo conflicto por las retenciones móviles a la soja del año pasado (la 125) tuvo algo que ver? Claro que sí. ¿Faltan diez años para que el grueso de los pobres de nuestra provincia de buenos aires, y otras, lean y hagan carne que un gobierno como el actual gestiona pensando especialmente en ellos? Sí. ¿El pueblo siempre tiene la razón? No. ¿Hay que escuchar el mensaje de las urnas? Sí. ¿La agrogarquía, el dispositivo mediático del grupo Clarín, la iglesia más conservadora, y absolutamente todo el arco opositor con su meopongoatodo (y su maquinaria infernal de criticar al oficialismo al punto de hacerles tambalear una gestión elegida por el voto popular) influyeron en el resultado adverso? Por supuesto. ¿La gestión kirchnerista cometió errores que podrían haber sido evitados? Claro que sí.

Nosotros hacemos política porque creemos que solo por esa vía se puede mejorar la calidad vida de las mayorías por siempre desfavorecidas en la historia de nuestro país. Por eso a principios del 2007 nos sumamos con una convicción y alegría hasta ese momento de nuestras vidas nunca visto al proyecto de país que proponía el kirchnerismo (desde una organización de jóvenes a la que llamamos GEN www.gen.org.ar). Apostamos a un Estado fuerte y presente, al trabajo, al salario y a las paritarias, a la industria y a la producción nacional, al crecimiento, el consumo y los pesos extras en el bolsillo para irse unos días de vacaciones con la familia. Apostamos a la salud y la educación pública, a la gobernabilidad, a las instituciones, a la justicia social plena para toda la población, a la política de derechos humanos y genocidas presos en cárceles comunes y a la orden política de no reprimir la protesta social, entre otros.

Estas afirmaciones son las que motorizan cada uno de nuestros días y lugares de militancia. Y no nos moveremos un solo de centímetro de estas búsquedas y objetivos que hoy encarna el gobierno Nacional. No estamos dispuestos a que se retroceda en ninguno de estos aspectos ya que mucho esfuerzo significaron, y no solo el nuestro y el de todos los que acompañan este proceso de cambio, sino también el de la generación de nuestros viejos y hasta sus propios padres, ya que la lucha para levantar las bases de una Argentina más justa y equitativa arranca hace más de cincuenta años.

Durante la campaña que acaba de terminar hemos comprobado que, a diferencia de la vieja y tradicional manera de interpelar al votante (pegando afiches o repartiendo volantes), la más preciada y estimulante manera de intentar convencer a un par en relación a los beneficios de este modelo y no el otro (que nos venden con luces de colores los nefastos personajes de la derecha liberal), es cara a cara, con un mate de por medio, mirándonos a los ojos. No hay otra. Ya lo había dicho Néstor Kircher cuando comenzaba la campaña: puerta por puerta. Es ahí, a partir del contacto con el otro, que se constituye el lazo solidario, el relato del cambio en base a los beneficios propios y ajenos, la cristalización efectiva de que las gestiones de gobierno no son todas iguales, tampoco los dirigentes ni los militantes que los apoyan. Como prueba: nuestra emoción a flor de piel cuando intentamos convencerlos de que es éste el modelo a bancar, y no el otro.

Néstor ya arrancó (alguno dijo: no se va a quedar mirando tele en la casa). Se acercó a la primera asamblea de Carta Abierta después del 28/06, en Parque Lezama, la Boca, y conmocionó a todas los hombres y mujeres que se habían juntando en el anfiteatro para intentar buscar una explicación colectiva al golpe del último domingo(mirar acá y acá). Le dieron el micrófono y habló de caminar todo el país, de la transversalidad, los movimientos sociales y el peronismo que todavía le es fiel.

Parece que todo vuelve a empezar. Y está bien. Quedan más de dos años de gobierno y hay que aprovecharlos para gestionar: nosotros hacemos.

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Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios