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Escribimos la nota de tapa de la THC: Porro en los 70, militancia y consumo de drogas


Van por el número 37. Más de cuatro años de militancia a favor de la cultura cannabica en la Argentina. Son un fenómeno de ventas, y de época. Los kioscos de diarios cuelgan sus potentes tapas a color en la zona más vistosa del puesto. Defienden las libertades individuales y fomentan la organización. Son una fuente de consulta permanente. Sus dos estandartes son la despenalización del consumo personal de drogas y el autocultivo de la marihuana en casa. Son gente joven, honesta y con muy buena leche. Se los dije cuando me invitaron a la redacción: “ustedes tienen mucho que ver con el histórico fallo de la Corte Suprema, que despenalizó el consumo". Ellos lo saben. Por y para eso sacaron una revista. Reconocen a Néstor Kirchner como el hombre que por primera vez pateó el tablero, pero quieren más: una nueva ley de Drogas, que ponga al Estado, ya no en el lugar del milico que te reprime y manda preso como a un delincuente, sino que, en caso de que haga falta, te ofrezca asistencia sanitaria, te hable de Salud.

Cuando nos juntamos para pensar con qué tema yo podía aportar a la revista, no hizo falta dar demasiadas vueltas: la política. Néstor había muerto hacía poco y todavía estábamos tan desacomodados como doloridos. Política, sí, pero también drogas. Pensamos, entonces, en un informe que arrancase en la década del 70, y que terminase en el hoy, de la mano de los miles de pibes que ganan las calles interpelados por una pasión inaudita. Dos picos de participación política en nuestra historia política contemporánea. No sé si saldrá la foto del 2011 en el próximo número, pero sí salió una exhaustiva revisión la militancia de los años 70, y su relación con las drogas -y los primeros pasos que se dieron a nivel continental, y nacional, en la "lucha contra las drogas"-.

Para mí el placer es infinito. La revista me parece de excelencia, ellos derrochan humildad y sabiduría, y considero sustancial que tomen la posta con un tema que hoy nos tiene a unos cuantos agarrados del forro de las pelotas: la política, y su intrínseco poder para transformar la realidad. Esa misma política que le devolvió la dignidad a los jubilados, arremete con la Asignación Universal por Hijo, permite el Matrimonio Igualitario, o avanza por una nueva ley de Drogas que termine definitivamente con el salvaje maltrato que sufren los consumidores de drogas.

En todos los kioscos del país, entonces, con ustedes, el último número de la THC, cuya nota de tapa fue escrita por quien escribe, y Martín Armada, editor responsable de la publicación.

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A 35 años

Consolidemos el país





Nunca menos







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Termómetro Social IV (al servicio de la histórica impunidad)


Lo primero que sintió Luciano M. fue un grito. Pero no uno de esos que uno pega cuando te sacude una sorpresa desagradable, se asusta, o directamente se espanta, sino más bien el rabioso y seco imperativo que sale despedida de la boca de una autoridad. Eran las nueve de la mañana, y estaban frente a la estación Colegiales de la ex Línea Mitre. Un flaco se tiraba trompadas con un agente de la policía federal. Por lo menos otras cinco personas observaban la escena.

En seguida llegó a las corridas otro policía -grandote y de civil- que, sin nigún tipo de mediación, le puso un arrebato al flaco en el medio de la jeta, con saña, mucha saña, haciéndolo caer contra el cordón de la vereda. En el suelo le pegó un par de patadas para que ni se le ocurra ponerse de pié. Luciano M. corrió la vista, dejó de mirar, por costumbre, por miedo, porque así estamos formateados desde que somos chicos: la policía mete miedo, tiene poder y se maneja con impunidad. No importa lo que pase en la superestructura: la Federal corta la pizza y ningún sorete muerto de hambre les va a tocar el orto. Luciano M. relojeó a los cinco que estaban enfrente, y también jugaban al distraído.

Cayó otro Federal, de más de cincuenta años, desacostumbrado al vértigo, pero no al maltrato. Dio vuelta al sorete, le depositó el peso de sus más de cien kilos en la espalda, y después de doblarle los brazos con la ayuda de los otros dos, le amarrocó las muñecas. El agente más joven, todavía pasmado por las pelotas -o la insensatez- que había mostrado el flaco -negro y pobre-, le dio cuatro o cinco trompadas en las costillas. Tenía la mirada peligrosamente perdida y en ningún momento tuvo el cuidado de pispear si los civiles -entre ellos Luciano M.-, estaban mirando, o no. El guacho no escarmentaba: "puto, sos un cagón, cobani chupaverga". Le dieron un par de patadas más, y lo levantaron. Pero el flaco volvió a agredir al joven agente, o cabo, que recien ahora estaba recuperando el aire que había perdido en la corrida y en el mano a mano -en el que se había comido, por lo menos, una ñapi-.

Lo llevaron hasta un agujero, debajo del kiosco de diarios levantado sobre el andén, escondido de la vista de todos porque justo en ese lugar había estacionado un colectivo. Luciano M. espiaba desde la esquina y palpitaba una torturante predicción: lo iban a matar a trompadas, como en uno de esos videos que cada tanto ganan la televisión, donde la policía le pega sin asco a un hombre indefenso.


Luciano M. se fumó dos cigarrillos al hilo. Estaba dispusto a intervenir. Se imaginó la frase que escupiría a la distancia: "¡no le peguen más, loco!, ya lo tienen reducido". O: "No se puede tratar así a un tipo indefenso. Llévenlo preso y dénle todas las garantías que les corresponde". O: "Les voy a meter una denuncia y se van a quedar en la calle, manga de hijos de puta, los tiempos cambiaron, ahora tienen que responder al poder civíl". Pero Luciano M. no abrió la boca. Hubiese querido tener a algún funcionario al lado, o más pelotas, o que hayan pasado diez años y que la Policía haya dejado de ser, finalmente, lo que siempre fue: un ejército de delincuentes resentidos enemistados con el pueblo.

El primer patrullero llegó a los cinco minutos. Y enseguida, uno detrás de otro, cuatro más. Eran por lo menos diez agentes los que ahora pisoteaban las piernas del negro tirado en el piso, mientras lo miraban con desprecio y le dedicaban un verdugueo que Luciano M. no llegaba a escuchar.

Indeciso, esperando un desenlace irreversible, Luciano M. escuchó las palabras de un hombre que también parecía estar atragantado con la violencia institucional de la Federal: "estos tipos son los resabios que nos queda de la dictadura". Pero se fue. Y Luciano M. volvió a quedarse solo, como único testigo de una secuencia que todavía no había terminado.

Finalmente, decidió irse. Algunos patrulleros ya se habían retirado, y desde el andén contrario veía las patas del delincuente, y los borceguíes de los policías, y hasta que vino el tren que lo llevó hacia Retiro, no pescó ningún otro exceso de parte de los uniformados. En el camino a su trabajo se acordó de una nota en el diario Tiempo Argentino, que hablaba de los cambios que viene implementado Nilda Garré al frente de la Policía Federal, y de un número de teléfono que se había abierto para hacer denuncias (0800 555-5065). Fue lo primero que hizo ni bien llegó a la oficina: una denuncia. No se bancaba un minuto más con la historia revolviéndole las tripas. "Les pido que se aseguren que el flaco está en la comisaría 37, entero, porque la sensación que nos quedó en el cuerpo a los que vimos los hechos, es que en manos de esos tipos le podía llegar a pasar cualquier cosa".

Los patrulleros no parecían ser parte de los últimos anuncios ofiales, móviles equipados con tecnología de punta, con una cámara de video en el interior, a modo de caja negra de los aviones, justamente, para evitar que los federales castiguen a sus presas.

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Poesía y Memoria

Este miércoles a las 18 en la Ex Esma.

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KRANEAR en el diario Tiempo Argentino


Metimos una nota sobre KRANEAR en el diario Tiempo Argentino, a partir de la gestión periodística de Ivana Romero, editora de la sección Cultura.

Estamos contentos, por supuesto, y más aún todavía porque la nota salió en la edición de hoy, que dedica tres cuartos de la tapa (título de enorme tipografía, foto central y otras tres complementarias) para resaltar la fiesta -y el movimiento turístico- que se vivió en todo nuestro territorio con los dos primeros feriados nacionales de carnaval.

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PFA: reforma y militancia


Las medidas anunciadas por Garré en los útlimos días muestran claramente que la movida va en serio. Estamos saliendo del default. Y hay que bancar. La movida es muy fuerte y requiere un compromiso militante. Garré va por todo. El otro día en la charla de formación de La Campora lo dejó bien clarito.

Así como circula con verisimilitud que las cana tiene cajas de recaudación ilegal, también circula con ese grado de creencia que la reacción policial puede ser fuerte si le tocan mucho el culo. Obvio que en el gobierno esto lo tienen claro y lo deben estar midiendo, pero la militancia tiene un rol importantísimo, y especialmente la juventud. Tenemos que estar atentos y no ser salames con las provocaciones: en la cancha, en los bares, en la calle. Y cuando pase alguna, tener capacidad de reacción. Lo que dijo Garré ayer en el inicio de clases de los cadetes de la Federal es histórico e impensable cuatro meses atras. La movida es bien kirchnerista, doblan la apuesta, te corren por izquierda, no hay lugar para tibios. Y cuando vienen los palos, apuesto a que esto se va a redoblar y fortalecer. Y ahí tenemos que estar, organizados y bancando, de manera inteligente.

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Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios