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River, mi buen amigo


Cuando hizo el gol Pavone, la emoción fue tan grande que lloramos. Con mi hijo Manuel, de 12 años recién cumplidos, lloramos. Fue una posibilidad, una descarga emocional de esperanza. Después, con la tragedia, no pudimos llorar. Creo que fuimos haciendo el duelo en los últimos días. River tiene una enfermedad grave, estuvo agonizando este último tiempo y nosotros fuimos viendo desde el Monumental como se derrumbaba, como le costaba respirar cada vez más. Wen sí lloró al final, cuando el agua agredía la tribuna Sivori. Wen lloró al lado nuestro como miles de hinchas. Es sano llorar cuando uno está triste. Lo que no es sano es creer que el fútbol es lo más importante de la vida.

El año pasado nos hicimos socios de River. Un sueño cumplido para Manuel. Siempre fuimos bastante a la cancha pero este último año fuimos a casi todos los partidos de local. Vimos en la cancha la debacle. Festejamos cuando convocaron a Cappa, escribimos esto: estábamos felices. Cuando lo echaron escribimos esto. Nos putearon en japonés. Un anónimo escribió:

River, en este momento, tiene que dejar de lado su "progresismo" porque no tiene tiempo. Se agota. Yo prefiero zafar de la promo. Hoy zafo, mañana un proyecto donde River sea una cooperativa.

Los mediocres creyeron que JJ López nos garantizaba zafar de la promoción. Habría que empezar una campaña: “Fox Sports miente”. Les hicieron creer a muchos hinchas de fútbol que vestir traje y corbata y jugar con 8 defensores era lo nuevo.

Estamos en la B, con mayúscula. No sabemos que hubiera pasado con Cappa pero me hubiera dado mucho más orgullo irme a la B con un intento de identidad futbolística. No importa si Cappa es un versero, un trosco o mufa. Cappa tenía una propuesta con la cual intentaba ganar. La única propuesta de López era no perder y cuando lo único que querés es no perder, perdés. Es así. Pero lo más triste es que esa impronta se la haya morfado River.

River se fue al descenso porque traicionó a su historia. Y se va humillado, como Cobos.

Cuando Cobos emitió su voto no positivo parecía Cristo. Hoy la historia lo puso en su lugar: un político mediocre, encandilado en un segundo de gloria por las cámaras y lo espontáneo. River le ganó a Boca con ese cabezazo de Maidana y el plantel era Cobos viajando por la ruta 9 y festejado con los sojeros. Nos estábamos comprando el boomerang más grande de la playa.

En otras palabras. Para pasar esta humillación, la hubiéramos pasado intentando encontrar un estilo futbolístico y no tirando pelotazos buscando el error del rival con dos tercios del equipo atado a sus obligaciones defensivas. Eso me da más vergüenza que la misma B.

Charly estiró su cuerpo y se subió sobre la pared superior de la platea San Martín para ver qué pasaba. Hacía media hora que había terminado el partido. Cuando se bajó dijo: es el 20 de diciembre: por allá están tirando gases, acá abajo se están dando con todo y por Alcorta hay un par de focos de fuego.

Lo más fácil para explicar esto es decir que hay energúmenos, barras, locos, patoteros, etc. Hay algo de eso pero terminar el análisis ahí es escapar al conflicto. Que se haya producido un pequeñito 20 de diciembre quiere decir que hay fenómenos sociales que tenemos que empezar a mirarlos con más profundidad y no sintetizando con el famoso: los violentos de siempre. En primer lugar la reacción violenta hacía el club fue creada, como Frankestein, por la misma lógica institucional que tradicionalmente alimenta, con sectores de la política y de la policía, a muchos barras bravas. River alimentó toda la vida a los que hoy hicieron más quilombo. Les dio de comer con entradas, banderas, micros, bombos, lo que quieras. Son fieles en tanto puedan seguir con el negocio y no quedar humillados ante otras barras. Con River en la B, la barra pierde prestigio, poder, guita y fama. Y entonces hay que romper todo. Son ellos los que hicieron los mayores quilombos. Pero a esto hay que sumarle otro factor. Muchos pibes se suman al bardo porque son producto de una mezcla entre cierta pasión exacerbada que se promueve culturalmente hace tiempo en nuestro país con la falta de proyectos personales. Cuando vos dejás tu vida ligada exclusivamente a lo que pueda pasar con tu club, un día eso va mal y entonces sos capaz de cualquier cosa. Esto hay que entenderlo, aunque parezca ridículo. Porque estamos acostumbrados a dar crédito solamente a aquellos que dejan el cuerpo por convicciones políticas. Aunque nos parezca una pelotudez, hay gente que “dejaría su vida” por los colores de una camiseta. Preguntémonos por qué pasa eso y no nos quedemos en el desprecio y la subestimación. Ese tipo, entonces, rompe, pega, agrede, porque se siente estafado, basureado, impotente, ante la falta de esfuerzo y compromiso de los jugadores, técnicos y dirigentes. Este tipo de gente no es como los barras, no se involucran en nada, ni siquiera en la corrupción, pero les echan la culpa a todos: bien argentino. Y rompen todo también.

El resto de los hinchas, la absoluta mayoría, se fueron caminando con la cabeza baja a sus casas.

En lo que sí coinciden casi todos los hinchas de fútbol es en el desprecio que tienen a la Policía Federal Argentina. Cuando hay que buscar un enemigo cerca, siempre está la policía. Parecía que habían sido ellos los que nos mandaron a la B. Es impresionante como enfrentarse a la policía es símbolo de enfrentarse a los culpables de todo. Esa es la imagen que ha alcanzado nuestra policía federal. Vamos a tener que laburar muchos pero muchos años para revertir esa imagen. La han usado para las peores acciones de la vida social y política en Argentina y todavía lo están pagando. El desprestigio es muy profundo.

A diferencia de la Federal, River sólo tuvo tres años muy malos y estamos a tiempo de revertirlo y de recuperar el prestigio pronto. Estamos en una época donde lo inesperado sucede. La mayoría son buenas noticias, esta es muy mala.

Cuando estaba en la secundaria tenía muchos sueños pero había dos que parecían imposibles: que vengan los Rolling Stones y que se juzgue a los milicos asesinos. En esa época River ganaba campeonatos todos los años y vimos todas las vueltas olímpicas en la cancha. Estamos en épocas donde se derrumban mitos, donde los presidentes se parecen a su pueblo. Quizás River para entender esto tenga que caer en este pozo de lo inimaginable, hundirse. No podemos estar más abajo que esto, todo lo que sigue es para subir. River es un buen amigo, ni nuestro padre ni nuestro hijo. River es un buen amigo, no es nuestra vida. River es mi buen amigo. Lloremos lo que tengamos que llorar. Vamos a volver.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a la cancha desde los años 60. Canchas de la "B", jodidas, no había separaciones entre las hinchadas, había que ir. En la de Chicago cuando salías tenías 5 o 6 cuadras más o menos hasta la parada del 21 o 28 y corré para que no te agarren, en Quilmes te iban a buscar a la estación. Y si te tenían que achurar te achuraban....Se sacaban los cintos anchos para vaqueros y con la hebilla y la punta te daban. Je,claro.... yo tenía 16 años, echame los galgos. Zapatillitas "Flecha" y vaquerito chupin. Había que ir a la cancha....

Anónimo dijo...

Muy buen texto. Abrazo para Manu.

Adhe

pablo dijo...

triste y duro texto. Pero verdad, comparto 100%
te abrazo, un hermano del Arse

Anónimo dijo...

Gracias ...

W

Anónimo dijo...

que bueno leer textos así un día como hoy. donde todo se ve feo. River es mi niñez, mi juventud, River es lo que hace que hoy sienta que nunca lo voy a abandonar se vaya a la categoria que se vaya, GRACIAS ... SI AHORA ARRANQUEMOS DE NUEVO HAY QUE HACERLO...

Mariano Abrevaya Dios dijo...

Un aporte, hermano: la Policía Federal no sólo se dejó usar. También participó por convicción, y una manera de acumular poder.

En diez años, ojalá, los pibes de veinte saluden al poli que para en la esquina, como lo hacían nuestro abuelos.

Riki Dios dijo...

Gracias a todos por los comentarios.
Creo que hay que ir por Pasarella, ya mismo. Es el Domingo Cavallo de River. Un mentira menemista estafadora de la ilusión de un pueblo.

Manu y Santino Dios

Manu y Santino Dios